lunes, 19 de diciembre de 2022

Planetarios y charlas astronómicas en el siglo XIX

George Graham fue un relojero inglés nacido a finales del siglo XVII. Su gran talento le llevó a adquirir conocimientos de astronomía y geodesia, llegando a mejorar diversos instrumentos e inventar otros de gran valor.

Graham realizó para Edmond Halley el gran cuadrante mural del Observatorio de Greenwich, el sector cenital utilizado por James Bradley en sus descubrimientos, el aparato utilizado para medir un grado del meridiano para la Academia Francesa y, en 1713, por encargo de Charles Boyle, cuarto conde de Orrery, construyó el planetario más completo conocido hasta ese momento, en el que se demostraban con gran precisión los movimientos de los cuerpos celestes y ocupaba toda una sala.

Este primer modelo mecánico del sistema solar, que podía demostrar el movimiento proporcional de los planetas alrededor del Sol, recibió el nombre de orrery en honor del conde.

A finales de siglo, varios divulgadores idearon simulaciones de los cielos para ser expuestos en teatros y amplias superficies. Es el caso de Adam Walker, que construyó lo que denominó Eidouranion, un sistema que combinaba el movimiento mecánico con un método de retroproyección, que utilizaba la lámpara de aceite ideada por el francés Argand. Esta lámpara, llamada linterna mágica parece haber sido empleada por primera vez en demostraciones astronómicas en la misma época en que también fue adaptada en Inglaterra para la fantasmagoría.

El Eidouranion de Walker era el corazón de sus conferencias públicas o presentaciones teatrales, y fusionaba las ilusiones dramáticas con las aspiraciones educativas, acompañadas por música interpretada mediante una celesta. La elección de este instrumento con la apariencia de un piano vertical era premeditada. La celesta es un idiófono cuyos martillos golpean unas láminas que hacen vibrar unos resonadores. Esto produce un sonido suave y “celestial”.

Adam Walker ejerció primero su oficio en el contexto de la Ilustración provincial inglesa y estuvo estrechamente vinculado a su principal figura intelectual, el filósofo experimental y ministro disidente Joseph Priestley. En la década de 1780, William Walker actuaba en los salones de actos de Norwich y en otros lugares de provincias y de la capital.

El hijo de Walker, respecto al Eidouranion, describe esta «sofisticada máquina» como de «seis metros de alto y ocho de diámetro: se encuentra verticalmente ante los espectadores, y sus globos son tan grandes que se ven claramente en las partes más distantes del Teatro. Cada planeta y satélite parecen suspendidos en el espacio, sin soporte alguno, realizando sus revoluciones anuales y diurnas sin causa aparente».

Adam Walker era natural del Distrito de Lake, en el extremo noroeste de Inglaterra, y nació en el pueblo de Patterdale, en Westmorland. Su padre se dedicaba al comercio de tejidos de lana, y el joven Walker recibió muy poca educación formal. La mayor parte del tiempo aprendió de forma autodidacta mientras trabajaba como profesor ayudante en escuelas de Yorkshire y Cheshire. A principios de la década de 1760 dirigía una escuela en Manchester, donde enseñaba escritura, geografía y aritmética. En 1766 se casó y regresó a Westmorland, al pueblo de Kirkland, donde nació su primer hijo, William. En ese momento abandonó la docencia y se embarcó en la carrera de conferenciante científico itinerante.

El principal rival del Eidouranion era el Diastrodoxon de R. E. Lloyd, otro «Gran Planetario Transparente pero de superior ciencia, esplendor y magnitud» según su creador. Estaba equipado con un globo de cristal de dos metros de circunferencia, que representaba la tierra, sus meridianos, las masas de tierra y los océanos.

En algún momento del cambio de siglo, se empezaron a utilizar grandes diapositivas, bien en conjunción con los objetos celestes iluminados, bien de forma independiente. Mostraban los eclipses de sol y luna, las fases de ésta, las diferentes constelaciones, los planetas con sus satélites, la rotundidad de la tierra y los cometas con unas colas extraordinarias. A continuación, se introdujeron diapositivas en movimiento, de tal manera que mostraban el movimiento de la tierra y su volumen mediante el avance de un barco pintado en una linterna, así como las mareas y las estaciones según la influencia del sol y la luna. Estas "escenas", como se llamaban, podían, por supuesto, representar cualquier aspecto de los cielos que el conferenciante deseara: las constelaciones, por ejemplo, y las vistas telescópicas de los planetas. Un ejemplo especialmente bonito, mostrado en la Ópera inglesa en 1817, exponía los signos del zodiaco. Ese, o una réplica parecida, medía 18 metros de circunferencia.

En 1807 el "Planetario esférico y transparente" de Abbe Winton, llamado el Cosmorama, fue montado en la Exposición Astronómica Sans Pareille, en el Panteón de Londres. Es posible que la exposición estuviera destinada en parte a atraer a posibles compradores de diapositivas y aparatos astronómicos que se exponían en las salas contiguas. El Panteón fue un lugar de entretenimiento público situado en el lado sur de Oxford Street. La rotonda principal era una de las habitaciones más grandes construidas en Inglaterra hasta ese momento y tenía una cúpula central que recordaba un poco al célebre Panteón de Roma. Se construyó como un conjunto de salones de invierno y fue bazar y sala de exposiciones de un comerciante de vinos durante más de cien años.

El anuncio de la exposición decía que «el espectador, situado como en el centro del Universo, contempla el firmamento estrellado, las constelaciones de ambos hemisferios y observa veintinueve cuerpos celestes que giran a la vez en sus órbitas y alrededor de su propio eje», descripción que sugiere, seguramente sin fundamento histórico, el funcionamiento de un planetario del siglo XIX.

En 1825, cuando los hijos de Adam Walker acababan de recuperar el Eidouranion (y cuya tradición familiar se extendería hasta siete décadas), apareció el planetario Ouranologia, con casi 13 metros de diámetro, y que utilizaba deslizadores pintados. Este espectáculo constaba de tres partes y estaba dramatizado por el actor profesional George Bartley, quien ya tuviera éxito en sus lecturas astronómicas en el English Opera House. Tras la habilidad interpretativa de Bartley se encontraba Samuel James Arnold, dramaturgo y director de la Ópera Inglesa, quien produjo el espectáculo.

El precio de la entrada era de 5 chelines, el foso de 3 chelines y la galería de 2 chelines. Estas eran las tarifas ordinarias de entrada a un teatro del West End a principios del siglo XIX.

Ouranologia era más que un guion o un programa de estudios común. No estaba hecho para que el ponente leyera cada línea, ni se limitaba a enumerar el título de los temas en la conferencia. El manuscrito era más bien una copia de notas de producción con las ideas del dramaturgo sobre los efectos que podía esperar el público. También era como un esquema de la conferencia escrito para justificar lo que se representaba en el escenario. En el manuscrito, Arnold explicaba claramente su objetivo y el tema de la conferencia. A veces incluso explicaba las razones por las que adoptó (o no) una escena en una parte concreta. Por ejemplo, al introducir el cambio de fases lunares, comentó que el «proceso recurrente podría mostrarse en este aparato, pero como sólo invertiría la sucesión de las mismas formas que acaban de ser mostradas, podría ser considerado como una pérdida de tiempo, sobre todo porque en la escena más próxima se mostraría de manera diferente».

Lo más probable es que estos dispositivos sacrificaran la precisión astronómica por un espectáculo que complaciera a la multitud, con imágenes sensacionales y e ingenios espectaculares. Sólo nos quedan testimonios escritos ya que no hay restos de ninguno de esos planetarios ni de los mecanismos que los accionaban. Pero fueron testigos de la curiosidad popular por el universo. En la actualidad los planetarios son mucho más sofisticados y rigurosos en su concepto. Ya hablaremos de esto en otra ocasión.