sábado, 12 de febrero de 2022

Space age: cuando los diseñadores miraron hacia las estrellas

El 12 de abril de 1961, Yuri Gagarin, a bordo de la Vostok 1, se convirtió en el primer ser humano en viajar al espacio exterior. Este hito no sólo significaría un salto significativo en la carrera espacial, sino que también focalizaría nuestra especie como protagonista del camino hacia las estrellas.

Dos años más tarde, Valentina Tereshkova sería la primera mujer en viajar al espacio en la Vostok 6. Allí permanecería tres días, girando 48 veces alrededor de la Tierra. Y dos años después, en 1965, Alexei Leonov, a bordo de la Voskhod 2, se convertiría en el primer ser humano en realizar un paseo espacial.

Cuatro años más tarde Neil Armstrong y Buzz Aldrin se posaban por primera vez en la Luna a bordo del módulo Lunar Eagle de la misión Apolo 11. Nos sentíamos capaces de llegar a cualquier lugar. De hecho, algunas sondas ya estaban visitando Mercurio o Júpiter.

Ya he comentado la enorme influencia que tuvo todo esto en la sociedad, tanto a nivel tecnológico como cultural. En este artículo voy a centrarme en el ámbito de la moda, que nunca ha sido ajena a la realidad de cada momento. Muchas colecciones poseen un mensaje de denuncia explícito, cuando no son rupturistas con una dinámica que rechazan. Frente a la estética elegante propuesta por Christian Dior, en los años sesenta, la sociedad demandaba un cambio que acompañara los enormes avances científicos, sociales y geopolíticos.

En 1964, André Courregès, discípulo del innovador Cristóbal Balenciaga, presentó su colección Moon Girl, donde imperaban los colores blanco y aluminizado, materiales como gasas transparentes y vinilo, minifaldas, formas geométricas y unas curiosas botas (go-go boots) planas de punta cuadrada. Todo ello transmitía una idea de minimalismo y funcionalidad. Apenas usó accesorios más allá de unos guantes y sombreros con forma de casco, además de unas enormes gafas redondas de montura ancha. Quince años más tarde recordábamos aquel trabajo porque en la portada del álbum See you later (Vangelis, 1980), aparece una mujer luciendo unas gafas de Courregès modelo Eskimo.

 La revista Vogue escribió «Courrèges sueña claramente con fiestas en la luna» y el New York Times lo calificó como «el destello más brillante del año». Andy Warhol reconoció que «la ropa de Courregès es tan hermosa que todo el mundo debería tener el mismo aspecto, todos de plateado. El plateado combina con todo, estos trajes deberían usarse durante el día, con muchísimo maquillaje». La NASA invitó a Courregès a visitar su centro de control en Cabo Cañaveral.

Fue un éxito que caló rápidamente en el gusto del consumidor. Desde Jacqueline Kennedy a la duquesa de Windsor, pasando por las cantantes francesas Françoise Hardy y Sylvie Vartan o las actrices Catherine Deneuve y Brigitte Bardot, se convirtieron en clientas habituales de Courregès. La mecha estaba prendida, aunque tuvo detractores, como Coco Chanel, quien declaró que Courregès «destruía a las mujeres, convirtiéndolas en niñas».

Ese mismo año, Rudi Gernreich sorprendía a la opinión pública con las fotografías de la modelo Peggy Moffitt portando una prenda futurista que dejaba visibles sus senos. Su escandaloso traje de baño en topless, al que llamó monokini, ya es una figura icónica de la moda espacial. Con este modelo, Rudi Gernreich aportaba su granito de arena a la igualdad de género y al Movimiento de Liberación de la Mujer. La revista TIME llegó a calificar al diseñador como «el más innovador de EE.UU.» debido en gran parte a una colección de vinilos que crearía para Wards Brentshire Designers dos años más tarde y que incluía diseños de colores brillantes de fuerte contraste con las prendas.

En 1965, Emilio Pucci diseñó los uniformes de las asistentes de vuelo de la compañía estadounidense Braniff Airlines, con un marcado carácter futurista, de colores vivos, extravagantes y añadiendo unos cascos de estilo espacial. Esta compañía tenía una actitud realmente diferente a las demás, de ahí que apostaran por estas innovaciones hasta en los pequeños detalles. Por esas cosas era la preferida de Andy Warhol. 

En 1966 se estrena la película Qui êtes-vous, Polly Maggoo? (Who Are You, Polly Maggoo?), dirigida por William Klein. Es una sátira sobre el mundo de la moda que arranca con un desfile de modelos vistiendo prendas inspiradas en la era espacial, con detalles inspirados claramente en la colección Moon Girl. El diseño de vestuario corría a cargo de la actriz y diseñadora Janine Klein, esposa de William Klein.

Ese mismo año se sumaba a la moda futurista Paco Rabanne con sus Doce vestidos imposibles de llevar fabricados con materiales contemporáneos. En ellos empleó discos de plástico o aluminio unidos por aros de acero. Rescató la cota de malla medieval para incorporarla a un estilo que miraba hacia las estrellas. Su pasión por el espacio le llevó a bromear diciendo que «había viajado a la Tierra desde el planeta Altair para organizar la civilización en este planeta hace 78.000 años».

Los vestidos de Rabanne parecían bellas armaduras (a veces muy breves) diseñadas en un planeta exótico. Sus atrevidos cortes y pioneros métodos de construcción fueron empleados en la película Barbarella (1968), protagonizada por Jane Fonda. El diseñador de vestuario Jacques Fonteray se inspiró en las ideas de Rabanne, especialmente en el traje de color verde que usa Barbarella al final de la película. Sus diseños profundamente artísticos y su inspiración en modelos de épocas ambiguas siguen siendo versionados en la actualidad. Coco Chanel diría de él: «No es un modisto. Es un trabajador del metal».

El diseñador británico Reed Crawford también experimentó con la combinación de materiales, usando el plástico como elemento habitual. En 1966 diseñó su sombrero Dollar Princess, una abstracción en forma de visera compuesta por varios tapones de botellas de leche que semejaba un casco espacial.

En 1967, Pierre Cardin presentó su colección unisex Cosmocorps, donde los vestidos usaban un corte en forma de triángulo modificado, tubular, redefiniendo la figura de la mujer. Predominaba el color negro y la seda. Pierre Cardin añadió un aspecto menos agresivo a su ropa, inspirado en los diseños de William Theiss para la serie Star Trek. A pesar de algunos aspectos extravagantes, como el uso del plexiglás o grandes ojales para acomodar los senos, tuvo gran acogida y continuó en esa línea durante un tiempo.

En 1969, Pierre Cardin presentó su desfile La era espacial y el futurismo, inspirado por el reciente alunizaje y la iconografía de los astronautas. Sus vestidos presentaban pliegues que recordaban la estructura de los cohetes, abundaban los colores brillantes y plateados. Con su enfoque arquitectónico de la proporción, su ropa era seductora y graciosa al mismo tiempo. También fue invitado en 1971 por la NASA para visitar sus instalaciones, convirtiéndose en el primer civil que se probó un traje espacial. Esta experiencia le animó a diseñar trajes para la propia agencia. En el año 2000 confesó que seguía soñando con tener un hogar en la Luna.

En la década de los setenta, la moda siguió mirando al espacio, combinando los diseños originales con nuevas ideas, reinventándose e influyendo en otros ámbitos, especialmente de la música y el cine. Numerosos artistas lucían modelos espaciales en sus discos y conciertos. El diseño de vestuario del cine de ciencia-ficción también aprovechó la propuesta de estos costureros vanguardistas.

A principios de los 70 Giancarlo Zanatta diseñó una bota para la marca Tecnica, inspirada en las que usaron los astronautas de la misión Apolo 11. Ambidiestra, con una silueta acolchada y fabricada en nailon resistente al agua, poliéster y goma termoplástica, consiguió vender más de mil pares el primer día que salieron a la venta. Personajes famosos como Paul McCartney fueron seducidos por su línea vanguardista y su tipografía cósmica. Capaz de soportar temperaturas de hasta -35º siguen siendo muy populares en la actualidad en sus diferentes versiones. Karl Lagerfeld las subió a la pasarela en 1994 y el museo del Louvre las incluyo en su lista de los cien diseños icónicos del siglo 20..

A finales de los ochenta y ya en los noventa, Thierry Mugler continuó en la línea space age elevándola a nuevas categorías, mezclando la iconografía cosmonáutica con invasiones alienígenas. Mugler vistió a artistas como Rihanna, Diana Ross, Beyoncé, Katy Perry o Celine Dion. Sus modelos aparecen en videoclips de Lady Gaga y George Michael. Su pasado como bailarín clásico le ayudó a incluir el interesante punto de vista de las producciones musicales.

La colección de otoño-invierno 1999 de Alexander McQueen para Givenchy llenaba las modelos de pistones incrustados en los vestidos, luces de neón y circuitos dentro de las prendas de PVC que transmitían la sensación de un futuro poco optimista y deshumanizado.

Hussein Chalayan hizo desfilar a las modelos con vestidos inspirados en los platillos volantes. Karl Lagerfeld escenificó su colección otoño-invierno de 2017 colocando un enorme cohete espacial mientras las modelos lucían trajes tweeds de corte recto. En 2019, Virgil Abloh para Louis Vuitton presentó una capa iridiscente que parecía confeccionada para un habitante de colonias extraterrestres. En 2021, Balenciaga colaboró con la NASA en la creación de una serie de artículos de marca.

Lejos de desaparecer, la space age sigue muy viva. De hecho hemos asistido a una segunda avenida a partir de 2021. Los diseñadores regresan a esta fuente de inspiración creando sinergias. Es una constante en las pasarelas y artículos de marca, y todo gracias a unos creadores que, hace ya seis décadas, tuvieron el valor y la predisposición de mirar a las estrellas.