George Graham fue un relojero inglés nacido a finales del siglo XVII. Su gran talento le llevó a adquirir conocimientos de astronomía y geodesia, llegando a mejorar diversos instrumentos e inventar otros de gran valor.
Graham realizó para Edmond Halley el gran cuadrante mural del Observatorio de Greenwich, el sector cenital utilizado por James Bradley en sus descubrimientos, el aparato utilizado para medir un grado del meridiano para la Academia Francesa y, en 1713, por encargo de Charles Boyle, cuarto conde de Orrery, construyó el planetario más completo conocido hasta ese momento, en el que se demostraban con gran precisión los movimientos de los cuerpos celestes y ocupaba toda una sala.
Este primer modelo mecánico del sistema solar, que podía demostrar el
movimiento proporcional de los planetas alrededor del Sol, recibió el nombre de
orrery en honor del conde.
A finales de siglo, varios divulgadores idearon simulaciones de los
cielos para ser expuestos en teatros y amplias superficies. Es el caso de Adam
Walker, que construyó lo que denominó Eidouranion,
un sistema que combinaba el movimiento mecánico con un método de
retroproyección, que utilizaba la lámpara de aceite ideada por el francés
Argand. Esta lámpara, llamada linterna mágica parece haber sido empleada por
primera vez en demostraciones astronómicas en la misma época en que también fue
adaptada en Inglaterra para la fantasmagoría.
El Eidouranion de Walker era
el corazón de sus conferencias públicas o presentaciones teatrales, y fusionaba
las ilusiones dramáticas con las aspiraciones educativas, acompañadas por
música interpretada mediante una celesta. La elección de este instrumento con
la apariencia de un piano vertical era premeditada. La celesta es un idiófono
cuyos martillos golpean unas láminas que hacen vibrar unos resonadores. Esto
produce un sonido suave y “celestial”.
Adam Walker ejerció primero su oficio en el contexto de la Ilustración provincial inglesa y estuvo estrechamente vinculado a su principal figura intelectual, el filósofo experimental y ministro disidente Joseph Priestley. En la década de 1780, William Walker actuaba en los salones de actos de Norwich y en otros lugares de provincias y de la capital.
El hijo de Walker, respecto al Eidouranion,
describe esta «sofisticada máquina»
como de «seis metros de alto y ocho de
diámetro: se encuentra verticalmente ante los espectadores, y sus globos son
tan grandes que se ven claramente en las partes más distantes del Teatro. Cada
planeta y satélite parecen suspendidos en el espacio, sin soporte alguno,
realizando sus revoluciones anuales y diurnas sin causa aparente».
Adam Walker era natural del Distrito de Lake, en el extremo noroeste de Inglaterra, y nació en el pueblo de Patterdale, en Westmorland. Su padre se dedicaba al comercio de tejidos de lana, y el joven Walker recibió muy poca educación formal. La mayor parte del tiempo aprendió de forma autodidacta mientras trabajaba como profesor ayudante en escuelas de Yorkshire y Cheshire. A principios de la década de 1760 dirigía una escuela en Manchester, donde enseñaba escritura, geografía y aritmética. En 1766 se casó y regresó a Westmorland, al pueblo de Kirkland, donde nació su primer hijo, William. En ese momento abandonó la docencia y se embarcó en la carrera de conferenciante científico itinerante.
El principal rival del Eidouranion
era el Diastrodoxon de R. E. Lloyd,
otro «Gran Planetario Transparente pero de superior ciencia, esplendor
y magnitud» según su creador. Estaba equipado con un globo de cristal
de dos metros de circunferencia, que representaba la tierra, sus meridianos,
las masas de tierra y los océanos.
En algún momento del cambio de siglo, se empezaron a utilizar grandes diapositivas,
bien en conjunción con los objetos celestes iluminados, bien de forma
independiente. Mostraban los eclipses de sol y luna, las fases de ésta, las
diferentes constelaciones, los planetas con sus satélites, la rotundidad de la
tierra y los cometas con unas colas extraordinarias. A continuación, se
introdujeron diapositivas en movimiento, de tal manera que mostraban el
movimiento de la tierra y su volumen mediante el avance de un barco pintado en
una linterna, así como las mareas y las estaciones según la influencia del sol
y la luna. Estas "escenas",
como se llamaban, podían, por supuesto, representar cualquier aspecto de los
cielos que el conferenciante deseara: las constelaciones, por ejemplo, y las
vistas telescópicas de los planetas. Un ejemplo especialmente bonito, mostrado
en la Ópera inglesa en 1817, exponía los signos del zodiaco. Ese, o una réplica
parecida, medía 18 metros de circunferencia.
En 1807 el "Planetario esférico
y transparente" de Abbe Winton, llamado el Cosmorama, fue montado en la Exposición
Astronómica Sans Pareille, en el Panteón de Londres. Es posible
que la exposición estuviera destinada en parte a atraer a posibles compradores
de diapositivas y aparatos astronómicos que se exponían en las salas contiguas.
El Panteón fue un lugar de entretenimiento público situado en el lado sur de
Oxford Street. La rotonda principal era una de las habitaciones más grandes
construidas en Inglaterra hasta ese momento y tenía una cúpula central que
recordaba un poco al célebre Panteón de Roma. Se construyó como un conjunto de
salones de invierno y fue bazar y sala de exposiciones de un comerciante de
vinos durante más de cien años.
El anuncio de la exposición decía que «el espectador, situado como en el centro del Universo, contempla el firmamento estrellado, las constelaciones de ambos hemisferios y observa veintinueve cuerpos celestes que giran a la vez en sus órbitas y alrededor de su propio eje», descripción que sugiere, seguramente sin fundamento histórico, el funcionamiento de un planetario del siglo XIX.
En 1825,
cuando los hijos de Adam Walker acababan de recuperar el Eidouranion (y cuya tradición familiar se extendería hasta siete décadas), apareció el planetario Ouranologia, con casi 13 metros de diámetro, y que utilizaba
deslizadores pintados. Este espectáculo constaba de tres partes y estaba
dramatizado por el actor profesional George Bartley, quien ya tuviera éxito en
sus lecturas astronómicas en el English Opera House. Tras la habilidad
interpretativa de Bartley se encontraba Samuel James Arnold, dramaturgo y
director de la Ópera Inglesa, quien produjo el espectáculo.
El precio de
la entrada era de 5 chelines, el foso de 3 chelines y la galería de 2 chelines.
Estas eran las tarifas ordinarias de entrada a un teatro del West End a
principios del siglo XIX.
Ouranologia era más que un guion o un programa de estudios
común. No estaba hecho para que el ponente leyera cada línea, ni se limitaba a
enumerar el título de los temas en la conferencia. El manuscrito era más bien
una copia de notas de producción con las ideas del dramaturgo sobre los efectos
que podía esperar el público. También era como un esquema de la conferencia
escrito para justificar lo que se representaba en el escenario. En el
manuscrito, Arnold explicaba claramente su objetivo y el tema de la
conferencia. A veces incluso explicaba las razones por las que adoptó (o no) una
escena en una parte concreta. Por ejemplo, al introducir el cambio de fases
lunares, comentó que el «proceso
recurrente podría mostrarse en este aparato, pero como sólo invertiría la
sucesión de las mismas formas que acaban de ser mostradas, podría ser
considerado como una pérdida de tiempo, sobre todo porque en la escena más
próxima se mostraría de manera diferente».
Lo más probable es que estos dispositivos sacrificaran la precisión astronómica por un espectáculo que complaciera a la multitud, con imágenes sensacionales y e ingenios espectaculares. Sólo nos quedan testimonios escritos ya que no hay restos de ninguno de esos planetarios
ni de los mecanismos que los accionaban. Pero fueron testigos de la curiosidad
popular por el universo. En la actualidad los planetarios son mucho más sofisticados
y rigurosos en su concepto. Ya hablaremos de esto en otra ocasión.