Hoy vamos a hablar de algo que va más allá de un concepto o de una realidad constructiva; de algo que nos cobija, nos identifica y es el contenedor de la vida. Hoy dirigimos nuestra lente al entorno creado por el ser
humano para el ser humano. La arquitectura ha puesto marco a la humanidad en
todas sus facetas. Es nuestra huella sobre el planeta, y comienza a serla
también fuera de él.
La arquitectura y el cosmos han estado relacionados desde el principio de los tiempos. El estudio de la bóveda celeste no sólo ha sido fuente de mitos y leyendas. También cautivó nuestra imaginación y nos sirvió para entender mejor
el paso del tiempo. De esta relación nos hablan algunos de los primeros observatorios,
como el templo de Abu Simbel (en el
antiguo Egipto en 1244 antes de la era moderna). Sus arquitectos lo orientaron
de tal manera que, dos veces al año (el 20 febrero y el 20 de octubre), el sol
penetra en su interior e ilumina las esculturas de su pared posterior. Todas
salvo la de Ptah, cuya deidad se
asociaba al inframundo y la oscuridad.

Existe otro momento en la historia que requiere especial atención para nuestra mirada. En el Imperio Romano de Oriente (el
Imperio Bizantino) la arquitectura observaba al cosmos desde una perspectiva
única en la historia. En esta época, el título de mechanikoi correspondía a aquel arquitecto cuyos conocimientos iban
más allá de los necesarios para la construcción terrestre, más allá de los
arkitekton o constructores. Desde esta condición, su formación les versaba en materias como la matemática, la física o la astronomía, además de las
propias a la Arquitectura. Y es en esta etapa de la Edad Media, cuando podemos
considerar uno de los primeros momentos (quizá, el primero) en el que estos mecanopoi establecen, de forma consciente, un vínculo entre la construcción y los conocimientos derivados del estudio del Cosmos. Este vínculo entre dos ámbitos (el científico y el constructivo) trajo consigo la aplicación de dichos conocimientos con espectaculares resultados. Tenemos un buen ejemplo en la hermosa Hagia Sopia o Santa Sofía
(Divina Sabiduría), en Estambul. Allí, los mecanopoi
Antemio de Tralles e Isidoro de Mileto consiguieron que su gran cúpula pareciera levitar sobre una franja de luz, reflejando en el proceso la imagen del cosmos bizantino (cubo-bóveda). En su proyecto implementaron grandes avances tecnológicos y conceptuales.
Durante los siglos posteriores, hasta llegar a la era moderna, cuando en la década de los
70, el arquitecto Maynard Dalton y el diseñador Raymond Lowy, proyectaron el interior de la primera estación espacial, el Skylab, debimos entender que nuestro planeta forma parte del universo. A finales del siglo XIX, la última etapa de la revolución industrial ofreció algunas de las claves con los primeros pensadores que
intuían el mundo como una gran nave planetaria. Es el caso de Henry George, en su ensayo Progreso y Pobreza (1879), en el que podemos leer: «Navegamos en el espacio como si fuera un
barco bien abastecido». Tal vez es la primera mención de la idea Globo
Tierra. Y desde mitad del pasado siglo XX, allá por los 60, arquitectos,
pensadores y visionarios como Buckminster
Fuller comenzaron a entender este planeta desde una perspectiva más
compleja. Las necesidades personales se unían y subordinaban a los conceptos
globales. El diseño y los conocimientos, aplicados desde la óptica
aeroespacial, reflejaban las esperanzas y anhelos de esa sociedad, precursora
de la nuestra.
El mundo ya no era infinito, sino más bien un pequeño y pálido punto azul. Tenía límites, sus recursos estaban acotados y la economía
depredadora, en la que los bienes eran inagotables, dejaba paso a otra que veía
la Tierra como lo que es: una gran nave espacial con un sistema cerrado de provisiones.
En ella todos somos astronautas, todos nos relacionamos y todos dependemos del
correcto uso de esos recursos limitados.
En los años setenta, hubo cierta agitación política y social. Esto provocó cambios en el estilo y el diseño, en la moda y la arquitectura. El
desabastecimiento de petróleo en occidente desencadenó una crisis energética
mundial. El incremento de los tipos de interés y la inflación condujeron a un
desempleo sin precedentes. La confianza de los consumidores se desplomó y, en
1975, se avecinaba una recesión económica. Además de este deprimente panorama,
los científicos empezaban a hablar sobre el calentamiento global y otros daños
ambientales. En este contexto de individualismo y desencanto se buscó un cambio
en el diseño hacia algo más auténtico, más personal, más desordenado, con
carácter, de formas orgánicas e inspiración retro. Situado en el límite de dos
épocas, el estilo de los 70 dejó de seguir el impulso de los 60 y su perspectiva
futurista, aunque tampoco tuvo tiempo para definirse completamente. Fue una
época de exploración.
En el episodio dedicado al interiorismo, comentamos que, en la década de los 50, el estilo Googie irrumpió con fuerza en los Estados Unidos. Esta arquitectura, con sus amplios
arcos, duros ángulos, techos en voladizo y colores llamativos, se originó al
sur de California, cuando John Lautner diseñó una cafetería con este nombre, en Sunset Boulevard, Los Ángeles.
Este nuevo estilo llamó la atención de los transeúntes, que asociaron
esta llamativa y adornada arquitectura al glamor de Hollywood. Pronto se
extendió al norte y sur, y se convirtió en un símbolo de futurismo de la costa
oeste. Cafeterías, gasolineras y locales de comida rápida utilizaron esta
arquitectura como campaña de marketing y soporte estructural. Un edificio de
estilo Googie significaba que una
empresa estaba adaptada a los tiempos, lo que a su vez despertaba curiosidad a
sus puertas.

En su expansión hacia el norte, el estilo Googie encontró un hogar en
Seattle, donde produjo el ícono más famoso de la ciudad: la Space Needle. Con su aspecto de platillo volante y su amplia geometría, la Space Needle encarnaba la esencia de otro mundo. La extraña sensación de tener una nave espacial flotando sobre la ciudad se convirtió en parte de la iconografía que inspiró atracción en la zona.
La maravilla de la arquitectura de Googie
reside en lo desconocido y, aunque ha sido desacreditada por ser frívola,
trivial y, en general, sin trascendencia, generó parte de la identidad de una
época. Marcó el inicio de la ruptura con el modernismo y su enfoque minimalista
y austero. Se iniciaba así una época de contradicciones. Se combinaba la
austeridad con la decadencia, los colores vivos con los tonos apagados, la
conexión hippy de la naturaleza con el futurismo de alta tecnología.
Estas dos tendencias coexistieron en armonía y tensión. La primera se
denominó antidiseño, donde los autores
llevaban sus creaciones al extremo para expresar su frustración con la sociedad.
Se alejaban del carácter refinado y perfeccionista del modernismo. Intentaban
atraer a los consumidores utilizando colores brillantes y chillones, así como
formas infantiles inspiradas en los dibujos animados. La otra fue el High-Tech, llamada así por un libro del
mismo nombre de Joan Kron y Suzanne Slesin. En este libro, publicado en noviembre de 1978, se muestra cómo diseñadores, arquitectos y personas de cualquier otra profesión se apropiaban de diversos elementos industriales para darles un uso doméstico. Fue una vuelta a los principios austeros
y racionales del primer modernismo, motivada por las restricciones presupuestarias de la industria. Los creadores también argumentaron que su búsqueda de diseños intemporales y sostenibles contrarrestaría la cultura de usar y tirar que estaba destruyendo el planeta.
En la década de 1960, Cristiano
Toraldo di Francia y Adolfo Natalini,
dos estudiantes de arquitectura radicados en Florencia, asumieron la importante
tarea de diseñar modelos de vida alternativos para que los ciudadanos del mundo
habitaran la tierra. El dúo, que pronto pasó a ser colectivo, se autodenominó Superstudio. Impulsados por las
posibilidades expuestas en las novelas de ciencia ficción y el deseo de
prescribir el diseño para resolver los problemas de su época, buscaron
reinventar continuamente su papel en lo que significa ser arquitecto. Su
solución fue la creación de una cultura “antidiseño”
como medio para proporcionar argumentos sobre política, capitalismo y
urbanismo, mediante la creación de ideas en las que a todos se les proporciona
un espacio funcional que se libera del tiempo, el lugar y la necesidad de
objetos excesivos.
En 1971, Natalini dijo: «si el diseño es simplemente un incentivo
para consumir, entonces debemos rechazar el diseño... si la arquitectura y el
urbanismo son simplemente la formalización de las actuales divisiones sociales
injustas, entonces debemos rechazar el urbanismo y sus ciudades hasta que todo
diseño esté orientado a satisfacer las necesidades primarias. Hasta entonces,
el diseño debe desaparecer. Podemos vivir sin arquitectura». Este dogma se
ilustra mejor en la propuesta del Monumento
Continuo, que no estaba destinada a ser construida, sino más bien dirigida
a provocar debates filosóficos y antropológicos sobre la relación entre
arquitectura y naturaleza, ciudad y país, o interior y exterior.

El proyecto del Monumento
Continuo fue una utopía crítica que, a través de una serie de fotomontajes,
produjo un modelo de urbanización total, compuesto por histogramas de
arquitectura: un catálogo de diagramas tridimensionales no continuos que
podrían trasladarse a diferentes áreas o escalas para la edificación de una
naturaleza serena e inmóvil en la que finalmente pudiéramos vernos.
El Monumento Continuo proponía
un gran monolito cuadriculado blanco que se extendería alrededor del mundo e
incluso hasta el espacio exterior. Las poderosas imágenes que se crearon para
ilustrar esta idea describían el efecto homogeneizador de la globalización, así
como los primeros ideales arquitectónicos de la posguerra que estaban creando
una sensación de uniformidad en todo el mundo. Las imágenes son hermosas y, por
un momento, engañan al observador trasmitiendo una sensación de paz y
seducción, cuando en realidad, Superstudio como "antiarquitectura" era
el resultado de una pesadilla social.
En otro de sus proyectos, Superstudio creó visiones de doce ciudades
ideales que representaban los logros de 20.000 años de civilización. Una de las
ciudades estaba situada en el espacio, concretamente en forma de nave espacial,
que sigue siempre una ruta precisa a miles de años luz de distancia. La nave
espacial proporciona todo lo que sus habitantes necesitan para vivir una vida
próspera y exitosa. La undécima ciudad, llamada “La ciudad de las casas
espléndidas”, carece de conexión con el campo porque es completamente
autosuficiente. Los habitantes comparten el único objetivo de poseer la
vivienda unifamiliar más bonita. A cada familia se le da la misma cantidad de
espacio para construir una casa, lo que crea un entorno e infraestructura
equitativos para todos. En la actualidad, la arquitectura del espacio y la idea
de ciudades en las que todos los habitantes sean iguales y prosperen en un
entorno autosostenible son temas que se debaten intensamente, lo que demuestra
una vez más que Superstudio se
adelantó a su tiempo.
En ese momento, sus diseños de edificios gigantescos, naves espaciales
plateadas y redes de energía, accesibles a todos con la simple acción de
“conectar”, parecían improbables. Ahora parece plausible y bastante profético.
La capacidad de Superstudio para traspasar
continuamente los límites y pensar a una escala tan grande es el cóctel
subyacente de bravuconería arquitectónica sobre cómo podemos revitalizar la
práctica arquitectónica y, afortunadamente, también es lo que está sucediendo.
Si bien Superstudio se
disolvió después de sólo 12 años de exploración y experimentación, su legado
perdura. Tal vez sea el hecho de que Superstudio
nunca completó un edificio y, sin embargo, recibió tantos elogios de la crítica
por sus ideas y la forma en que fueron representadas, lo que ha inspirado a las
generaciones más jóvenes de hoy a hacer lo mismo. Es evidente que la obra de Superstudio ha influido mucho en las
imágenes de Rem Koolhaas, Bjarke Ingels y Steven Holl, por nombrar algunas
figuras destacadas. Lo que alguna vez se consideró sólo un momento fundamental
de la ideología de diseño de los grupos ha demostrado ser un dogma radical que
no fue simplemente un movimiento aislado.
La arquitectura high-tech
tomaba a la ingeniería como inspiración estética en sus obras. Por sus
materiales, debían crearse estructuras que fueran capaces de trabajar
adecuadamente con ellos. Muchas de estas estructuras fueron vanguardia en ese
momento. No se habían utilizado para la construcción hasta entonces. Esta
simpatía por los materiales y todo tipo de productos industrializados estaba
justificada. Podrían ser empleados siempre y cuando fueran funcionales para las
personas y actividades que se llevaran a cabo en los espacios. De esta manera
se reemplazaban los productos tradicionales, impresionando por su funcionalidad.
Fue un expresionismo tecnológico en el que diseñadores y arquitectos buscaban
conceptos y formas innovadoras para implementar nuevos materiales a sus obras.
La arquitectura high-tech encontró
su ideología en el Archigram, un
grupo creado a mediados de los 60 dentro de la Asociación de Arquitectura en
Londres. Tenía muy marcado el futurismo, ya que se inspiraba en la tecnología
para crear una nueva visión arquitectónica. En este grupo se llevaban a cabo
sus diseños con materiales industrializados tales como el vidrio, el acero y el
hormigón con múltiples aplicaciones en cada una de las obras.
La renovación siempre fue uno de los motivos principales de la
arquitectura high-tech. También la
creatividad en cada uno de los espacios diseñados. Esto provocó un juego
creativo en el que se advertía la complejidad de las técnicas empleadas en el
diseño de los lugares. Esto ha dado como resultado que se haya catalogado como
una estrategia central del movimiento moderno. Se necesitó la ayuda de
ingenieros en algunos de los proyectos, no sólo en procesos constructivos, sino
también en la imagen de la misma construcción.
Esta tendencia ha sido base para la transformación de espacios
industriales en lugares habitables para los usuarios. Cada uno de ellos debía
ser adaptado con elementos que tuvieran finalidad práctica para las personas. Hoy
en día, este tipo de arquitectura se emplea en la restauración de inmuebles
abandonados, transformándolos en los conocidos lofts. Como hemos mencionado, el propósito de este movimiento es
crear y mejorar la arquitectura con el uso de nuevas tecnologías.
Richard Rodgers y Norman Foster, siempre se negaron a pertenecer a dicho
movimiento, pero hoy en día son conocidos como los representantes más famosos
de la arquitectura high-tech. Ambos
se inspiraron en algunos de sus profesores de la universidad, como Raphael
Soriano, Charles Eames, Pierre Koening y Craig Ellwood. También destacan
Michael Hopkkins y Renzo Piano, así como el ingeniero Peter Rice. Estos
creadores confiaban ciegamente que la tecnología podía cambiar el mundo. Y la
tecnología también se sirvió de la informática para entrar en esta disciplina. En
1978 se presentó la primera versión de SigmaGraphics,
desarrollado por Sigma Design
International, de Alexandria, Luisiana. En 1984 pasó a denominarse ARRIS
CAD: un entorno completamente dedicado a la arquitectura y la construcción.
Este software originalmente fue desarrollado para entornos multitarea tales
como UNIX/XENIX y actualmente trabaja bajo sistemas operativos de Windows.
El modelado de información para la edificación (BIM, Building Information Modelling), es un conjunto de procesos y
métodos para la generación y gestión de datos arquitectónicos de un proyecto durante
su ciclo de vida. Para ello se utiliza un modelo digital compartido entre distintos
actores de la cadena de valor. El objetivo es reducir tiempo y recursos en el
diseño, la construcción y la gestión del activo. BIM se basa en la colaboración interdisciplinar y el intercambio de
información con otras herramientas de software.
Las aplicaciones BIM son
capaces de lograr mejoras por medio de representaciones de las partes y los
componentes que están siendo utilizados en la construcción de un edificio o
infraestructura civil. La representación asistida por computadora basada en
objetos es un cambio sustancial en la tradicional elaboración basada en la
representación vectorial. Si bien en la space age estas herramientas todavía
eran primitivas, queda patente que la inquietud por desarrollar la tecnología
era consustancial a los creadores. Producto de esta actitud, podemos disfrutar de muchos proyectos
espectaculares. La mayoría de ellos todavía pueden visitarse.
En 1960 se inauguró el Palacio
Nereus Ramos, donde se aloja Congreso Nacional de Brasil. Ideado por Oscar Niemeyer, está ubicado en Brasilia.
La atracción de Oscar Niemeyer
hacia Le Corbusier se refleja en este complejo tripartito, que parece más una
fábrica imaginaria que un terreno legislativo. Y al igual que con Le Corbusier,
a quien Jawaharlal Nehru le encargó mostrar arquitectónicamente el espíritu
progresista de la India, el ex presidente brasileño Juscelino Kubitschek buscó
a Niemeyer para capturar el de Brasil.
Guiados por ideales modernistas y utópicos, se liberaron de las cadenas
de su pasado colonial e inauguraron un futuro democrático hecho a su imagen,
aunque sólo fuera por medios estéticos. Dos pilares gemelos acarician el cielo,
un Senado abovedado descansa sólidamente sobre tierra pavimentada y una Cámara
de Diputados cóncava parece ofrecer un punto de aterrizaje para cualquier alienígena
que busque refugio en este planeta.
La torre Avala es un complejo de telecomunicaciones situado
en el monte del mismo nombre, en Belgrado, Serbia. Su construcción finalizó en
1965, y fue un proyecto de los arquitectos Uglješa Bogunović y Slobodan Janjić y el
ingeniero Milan Krstić.
Sostenida por un enorme trípode inspirado en un taburete
tradicional serbio de tres patas, llamado tronožac, su aspecto es el de un
enorme cohete de cemento de 203 metros de altura. En realidad, es un metro más
alta, porque la torre original fue destruida en un bombardeo en 1999. La
reconstrucción, a cargo del mismo equipo, es el reflejo de un país orgulloso de
su identidad.
La torre, que transmitía televisión y radio,
significó el cambio del país. Bajo el socialismo, se planificaron proyectos de
rápida urbanización, en los que la producción industrial se disparó y la
esperanza de vida, la alfabetización y los niveles económicos mejoraron
rápidamente. Los televisores en los hogares y las telecomunicaciones masivas se
arraigaron al mismo tiempo que en la Europa occidental capitalista (la Torre BT
de Londres se inauguró el mismo año).
La Torre de Televisión de Avala representa aquella
arquitectura funcional sorprendentemente realizada, que se convierte en un
símbolo de algo que perdura, incluso cuando los estados, las tecnologías y los
sistemas económicos que una vez anunció hayan desaparecido.
El Gimnasio Nacional Yoyogi es un estadio
cubierto, situado en el Parque Yoyogi, en Tokio, Japón
Fue diseñado por Kenzo Tange y construido entre 1961 y
1964 para albergar las competiciones de natación y saltos en los Juegos
Olímpicos de Tokio 1964. Destaca su cubierta suspendida a modo de jaima del
desierto o pagoda japonesa. Aunque recuerda las cáscaras gravitantes de Félix Candela en México, Mathew Nowicki en Carolina del Norte o Le Corbusier en el Pabellón Philips de
la Expo 1958, el arquitecto reafirma su voluntad estética inclinándose a
favor del efecto plástico de su obra.
Después de cuatro décadas sigue fascinando a los
críticos internacionales, alejándose de la lógica constructiva, en busca de una
idea sublime.
La casa Burbuja de Seis Cascos (Bulle Six Coques)
de Jean-Benjamin Maneval es un hábitat
ultrafuncional compuesto por seis cascos que se ensamblan fácilmente para
formar una unidad de vivienda nómada, perfectamente integrada en el entorno.
Transportable, de montaje
y desmontaje sencillo, que requiere poca mano de obra, la casa Burbuja de seis cascos es una auténtica
revolución en el ámbito de las viviendas prefabricadas y de la arquitectura sin
cimientos. Diseñada íntegramente con materiales sintéticos, las unidades están
formadas por seis carcasas de poliéster reforzado, ensambladas con juntas
impermeables desmontables, y suspendidas de una estructura metálica hexagonal,
que descansa sobre una base de hormigón. El conjunto está coronado por un
casquete semiesférico. Diseñada en 1964, la casa Burbuja de seis cascos está inspirada en el trabajo de arquitectos
visionarios como Oscar Niemeyer, Gaudí y Le Corbusier, quienes siguen el
concepto de la Casa Sin Fin de Frederick John Kiesler.
En 1966, Rudolf Doernach
propuso la construcción de unidades residenciales prefabricadas ancladas a
entramados metálicos. Las células, independientes entre sí, eran cascarones
formados por Isoton, un aglomerado
de esferas de arcilla de 20-30 mm de diámetro y espuma, que pesaba una sexta
parte del hormigón y conseguía un aislamiento 2’5 veces mayor.
La trayectoria de Rudolf Doernach
estuvo fuertemente vinculada con la arquitectura biológica y el bioclimatismo.
Su construcción se basó en el concepto de biotectura,
para la que se recurre al empleo de materiales orgánicos o vivos. Aunque su
obra estaba inspirada por el ecologismo, el aspecto de sus proyectos era
extraño e innovador, como rescatado de un futuro alternativo.
La Casa Futuro se parece más
a un platillo volante que a un edificio. Fue proyectado inicialmente como un
chalet de esquí por el arquitecto finlandés Matti Suuronen, en 1968, el mismo año en que Stanley Kubrick estrenaba 2001:
una odisea en el espacio. Este diseño radical fue posteriormente comercializado
al público como una pequeña casa prefabricada, fácilmente montada e instalada
en prácticamente cualquier topografía. Su construcción plástica y su estética
futurista se combinaron para crear un producto que es identificable tanto con
el futuro como con el pasado.
El encargo original requería un pequeño chalet que pudiera ser reubicado
cuando se necesitara. Con el fin de producir un diseño que fuera fácil de
transportar y montar en diversas condiciones, Suuronen razonó que una liviana
estructura prefabricada era la solución ideal. La mayor parte de la casa estaba
soportada por un anillo de metal con cuatro patas, que podían adaptarse a una
pendiente de hasta veinte grados, evitando la necesidad de una ardua nivelación
y excavación antes de ser reubicada.
Mientras que las patas de apoyo se forjaron en metal, el espacio
habitable fue construido con lo que era, en ese momento, un material de
construcción relativamente nuevo: plástico reforzado con fibra de vidrio que se
ensamblaba como los gajos de una naranja. Esta elección se debió a varios
factores. Principalmente la reducción de peso; una Casa Futuro podría ser levantada por un helicóptero si fuera
necesario. El plástico también funcionó bien como aislamiento, una preocupación
clave para un chalet de esquí. Más importante incluso, el material podría ser
fácilmente moldeado en la forma redonda y circular que se consideraba de
vanguardia en la Era Espacial.
Por desgracia, la crisis del petróleo elevó los costes de producción y
el precio de venta llegó a ser prohibitivo. Menos de un centenar se
construyeron antes de cesar la producción en 1973. Alrededor de sesenta
unidades existen actualmente en diversos estados de conservación, gracias,
sobre todo al trabajo de recuperación de coleccionistas privados.
El Instituto de Robótica y Cibernética Técnica (RTC) fue creado en 1968,
en San Petersburgo, sobre la base del Departamento de Automatización y
Telemecánica del Instituto Politécnico. Funcionaba como una Oficina de Diseño
Especial que cumplía pedidos de la industria espacial. Considerado uno de los
mayores centros de investigación de Rusia, las actividades del RTC se centran en
sistemas de control de objetos, aplicaciones láser y tecnologías de control inteligente
en tiempo real con el uso de sistemas de telecomunicaciones. Todo ello para
asegurar el dominio de Rusia en la investigación de los viajes espaciales. En
1972 formó parte del programa soviético-estadounidense Soyuz-Apollo. En junio
de 1981 la agencia se transformó en el RTC y participó en el desarrollo del
sistema de control de aterrizaje suave para la aeronave Soyuz y la sonda
robótica Luna 16.
El edificio destaca arquitectónicamente por su icónico "tulipán
blanco": una estructura de hormigón de base redonda con bordes
puntiagudos, ubicada en el centro del complejo, que encarna los principios de
la arquitectura soviética. Fue diseñado por los arquitectos Artiushkin y Stanislav Savin y los ingenieros Drabkin y Martyanov.
A petición del Departamento de
Arquitectura y Planificación de Leningrado se prestó especial atención al diseño
de la torre: es alta y se eleva a 25 metros sobre el nivel del mar, por lo que
su cima es visible desde el golfo de Finlandia. En la década de los setenta, la
fachada marina se tomaba en serio, por lo que cada edificio alto que la
invadiera debía tener una silueta distintiva. A Savin inmediatamente se le ocurrió una "corona", pero
consideró dos opciones: una con nervaduras triangulares alrededor de la
circunferencia de la torre y la otra con tubos cortados en un ángulo de 60
grados en la parte superior e inferior. Sergei
Speransky, quien supervisó el proyecto, ayudó a tomar la decisión. Se eligieron
las nervaduras triangulares por razones tecnológicas: los elementos redondos
serían más difíciles de unir con los marcos de ventana entre ellos.

En 1969 los arquitectos
Angelo y Dante Casoni, proyectaron
la Rondo House. Apareció
públicamente en la exposición de casas de plástico, Ika, en Basilea, Suiza, 1971. Presentada como modelo para ser
producido en serie, estaba elaborada a base de resina de poliéster con
refuerzos de fibra de vidrio. La cáscara autoportante es bicapa (con poliéster
de 2.5mm) con una masa aislante entre medias para asegurar un perfecto confort.
Los pies metálicos que la sustentan aseguran su adaptación a cualquier tipo de
terreno, y permiten distintos sistemas de agrupación entre ellas. Las cápsulas
presentan 7,8m de diámetro y una altura de 3,8m para una superficie de unos 50m2.
En definitiva, fue otro modelo geométrico de superficie esférica, tan
característico de aquellos años.
En el período comprendido entre la era Brezhnev y el colapso de la URSS, la interdisciplinariedad
dominante se manifestó en la estética de la edificación, en contraste con los
años anteriores, donde predominaba la monotonía del hormigón gris. Uno de los
exponentes más representativos de esta nueva era fue Florian Yuryev, arquitecto, artista y autor de una conocida
investigación llamada "síntesis de las artes". En ella investigó la relación
entre música y el color. Postuló que los colores adecuadamente organizados son
capaces de causar la percepción física del sonido.
Yuriev superó la imaginación artística de la
sinestesia de esa época, argumentando que la música del color es una forma de
arte independiente. Estaba convencido que la transferencia de colores
adecuadamente organizados podía provocar la percepción física del sonido entre
el público. Con este objetivo, Yuriev
creó una orquesta de música ligera y desarrolló para ella una sala con un
sistema perfecto de transmisión de luz y sonido.
Su forma exterior fue dictada exactamente por estas necesidades
prácticas. El edificio recibió el sobrenombre de platillo volante de Kiev. Este proyecto se implementó mucho después
de su concepción, en 1971, bajo la dirección de la KGB, y en un contexto
totalmente diferente al que quería Yuryev.
En lugar de un teatro de música en color, este edificio se convirtió en una
sala de conferencias y cine del Instituto
de Información Científica y Técnica, de Kiev, Ucrania.
En 1971, Matti Suuronen
construyó Venturo House, una casa
sostenible que marcó tendencia. Estas casas sostenibles intentaron cambiar la manera en la que se vivía aquella década y actualmente siguen siendo influyentes.
Venturo House es una casa prefabricada, formada por una
estructura de poliéster reforzado con fibra de vidrio, poliéster-poliuretano y
vidrio acrílico. Contiene grandes ventanales ovalados y colores vibrantes, como
el anaranjado. Las paredes y la parte superior están hechas con fibra de vidrio
de doble capa, con espuma de poliuretano de dos pulgadas de espesor. El piso
está hecho de madera contrachapada. La superficie construida es de 45 m² y la
casa pesa cuatro toneladas.
Esta construcción estaba dentro de aquel estilo basado en un sistema de
construcción modular, aislado y transportable, que inició un movimiento de
casas semejantes. Venturo estaba
pensada originalmente como una vivienda de fin de semana o un bungalow, pero
también se utilizaron como pequeñas tiendas y quioscos minoristas.
En la actualidad hay varias corrientes que claramente se vieron
inspiradas por la Venturo House,
desde los trailers, las tiny houses y los contenedores marítimos. La tendencia
a vivir en lugares más pequeños y con un estilo de vida sostenible va en
aumento y es evidente que cada vez se encuentran más y más opciones para
alcanzar este objetivo.
La Venturo House fue un
primer paso hacia las viviendas sostenibles, y aunque todavía queda un largo
camino por recorrer, se está logrando un gran avance hacia un estilo de vida
con menos contaminación y más practicidad. La década de los setenta marcó
muchas tendencias que, a pesar de no alcanzar demasiado éxito, claramente
lograron un cambio hacia el futuro.
Uno de los ejemplos más espectaculares del diseño de la era espacial fue
la Nova House, imaginada por los
arquitectos Hudrisier y Roma en 1972, para el Studio Rochel. Es
pura ciencia ficción. Tiene todas las características del movimiento:
superficies brillantes, forma de burbuja y una estética futurista. Todavía
puede adquirirse a precios enormes, lo que demuestra cuán coleccionable se ha
vuelto el diseño de la era espacial.
Móvil, desmontable, prefabricada y de superficie metálica, Nova House es un ejemplo de
microarquitectura futurista en la línea del movimiento Archigram. Se construyó con una carcasa de aluminio colocada sobre
una estructura de tubos de acero galvanizado. Su piel exterior está formada por
180 láminas de aluminio, especialmente patentadas para el proyecto, que siguen
la forma ovoide de la estructura. Ligero, resistente y fácil de usar, el
aluminio permite crear una arquitectura nómada, fácilmente transportable. No
requiere excavación de cimientos para su instalación. Inicialmente fue
concebida como resort. Imaginad el impacto de una Nova House en un entorno rural. Por su tamaño, actualmente podría
usarse como oficina en el jardín de casa, pequeños comercios en zonas elegantes
o estaciones de servicio nocturno.
Situado en el barrio comercial de Shinbashi, Tokio, el edificio Nakagin Capsule Tower destaca sobre
todos los demás. El arquitecto Kishō
Kurokawa, en 1972 creó una estructura fija en al que se insertaran módulos prefabricados
en forma de cápsulas. Cada cápsula es una habitación de únicamente 10 m² con un
pequeño baño y una ventana circular.
La arquitectura metabolista japonesa jugó un papel fundamental en la
configuración, tanto urbana como arquitectónica del país. Planteaba que el
urbanismo y la arquitectura deberían comportarse como seres vivos, pudiendo
crecer orgánicamente y modificarse como respuesta a las nuevas necesidades de
sus habitantes.
Como se describe en la obra metabolista Propuestas para un nuevo urbanismo (1960), «consideramos la sociedad humana como un proceso vital, un desarrollo
continuo de átomo a nebulosa. La razón por la que usamos la expresión
metabolismo biológico es que creemos que el diseño y la tecnología deberían
denotar la vitalidad humana, en perpetuo cambio, y dar las facilidades para
adaptarse a ello».
La torre, de 13 plantas, consta de 140 cápsulas, destinadas a ser
remplazadas con el paso del tiempo, a medida que se fueran deteriorando. Pero
la realidad es que casi cinco décadas después ninguno de los módulos ha sido
remplazado. En muchas de las unidades los propietarios han sido los encargados
de su cuidado, pero la gran mayoría no han tenido un mínimo mantenimiento, por
lo que en la actualidad ofrecen una imagen de deterioro preocupante. Hoy en día,
solo 30 capsulas están en uso como vivienda y otras son trasteros o pequeños
almacenes de oficinas.
En 2007 los encargados de la gestión del edificio aprobaron su
demolición, citando la poca resistencia del edificio frente a terremotos, deterioro
y la presencia de minerales cancerígenos, pero la empresa que se iba a encargar
del derribo y reurbanización, entró en quiebra y se pospuso. La demolición del
edificio de la Torre de Cápsulas Nakagin
comenzó el 12 de abril de 2022.
Debido a que muchos aficionados a la arquitectura e investigadores consideran
que el inmueble es una obra maestra del metabolismo, un equipo dirigido por Gluon puso en marcha un proyecto de
archivo digital en 3D para preservar todo su valor arquitectónico. En este
proyecto se ha registrado todo el edificio mediante una combinación de datos de
escaneo láser, que miden con precisión las distancias en milímetros, y más de
20.000 fotografías tomadas por cámaras y drones.
La Casa del Siglo fue construida en el siglo equivocado. Fue diseñada
y construida en 1972 por Doug Michels
y Chip Lord, del colectivo de diseño
vanguardista de San Francisco Ant Farm, junto al arquitecto Richard Jost. Fue el resultado de un
encargo por un mecenas del arte.
Este refugio, junto a un lago cerca de Houston (Mojo Lake, Angleton),
tiene una forma evocadora y orgánica, con una sala de estar y una cocina ovoides,
que flanquean una torre accesible por escaleras y que contiene un baño y
dormitorios apilados. Construida con malla de acero y capas de alambre enlucidas,
impermeabilizadas y recubiertas con una mezcla de cemento, arena y agua
conocida como gunita, la estructura tiene grandes ventanas en forma de ojo de
buey y un interior de pisos de madera y mostradores y mesas de madera
empotrados. Se utilizó una chimenea con el tubo expuesto para calentar la casa.
La antena de televisión en lo alto de la torre era una clara referencia al arte
pop entonces célebre.
La estructura se mantuvo aproximadamente una década, cuando una
inundación a mediados de los ochenta destruyó en gran medida el interior, y dejando
la estructura en estado ruinoso. Como toda gran arquitectura, ésta evoca varias
interpretaciones, como un homenaje al programa Apollo, la parte delantera de un
Ford de los años 30, e incluso como un símbolo fálico de la era del sexo, las
drogas y el rock and roll. También predijo intereses del siglo XXI, como la
creación de formas biomórficas que ahora se programan en las computadoras, la
construcción de edificios usando métodos de modelado de la información, la
experimentación con materiales de bajo costo tomados prestados de otros
sectores y la reducción del tamaño de una vivienda por razones de sostenibilidad
y asequibilidad.
Otro proyecto destacable, terminado en 1972, fue un edificio brutalista
diseñado por Paul Rudolph como sede
de la farmacéutica Burroughs Welcome
& Company. Esta empresa, fundada de 1880, en Londres, trasladó su sede
al parque tecnológico Research Triangle
Park, en Carolina del Norte, EUA, y eligió a Paul Rudolph para proyectar el nuevo edificio. De estilo
agresivamente modular, generó críticas de todo tipo. El diseño hexagonal
transmite una fuerte lectura horizontal, cuya geometría se aleja de la propia
estructura para generar sensación de expansión. Su silueta en forma de triángulo
destaca sobre el paisaje bucólico de un modo artificial. Y sus interiores llenos
de ángulos nos transportan al interior de una nave espacial o al resto
arqueológico de una civilización perdida en la inmensidad del cosmos. Con sus
colores anaranjados y azul brillante, los propios empleados confiesan que era
un lugar excelente para fomentar la creatividad. En 1983 se emplearon sus
instalaciones para rodar parte de la película Brainstorm, una cinta futurista con Christopher Walken y Natalie
Wood como protagonistas.
En 1988 cambió de nombre a raíz del premio nobel conseguido por dos de
sus empleados: Elion-Hitchings. Así
es como se recuerda en la actualidad. El deterioro de sus materiales obligó a
demoler parte de sus 28.000 m2 en 2014. Hubo un proyecto para
rehabilitar el resto y reconstruir la zona eliminada, pero en 2021 se ejecutó
la demolición completa.
El 13 de noviembre de 1974 finalizó la construcción del Observatorio Meteorológico de Alta Montaña Tadeusz
Hołdys de Śnieżka, en los Sudetes. Diseñado por los arquitectos Witold Lipiński y Waldemar Wawrzyniak, se ubica a unos metros del emplazamiento
antiguo, a una altitud de 1602 metros sobre el nivel del mar.
El edificio se compone de tres masas interconectadas con forma de disco
(a veces también llamadas platos o platillos, por su parecido con los platillos
voladores). Witold Lipiński argumentó
que «en los años 50 se hablaba mucho de
los vehículos voladores no identificados, y a mí siempre me han fascinado las
líneas curvas y los espacios esféricos. Decidí que el observatorio de Śnieżka
tendría forma de disco».
La construcción de los discos es una celosía de acero, apoyada
centralmente en una cimentación de hormigón. El edificio debía sustituir al
antiguo observatorio y al antiguo albergue de 1862, debido al mal estado
técnico de los edificios y al aumento del tráfico turístico. Sin embargo, el
edificio no estaba destinado a servir de alojamiento y sólo debía albergar el
observatorio y un restaurante. La realización del nuevo edificio del
observatorio obtuvo una distinción en la Exposición Mundial de Arquitectura de
México.
En 1974 se levantaba el Ministerio
de Carreteras de Georgia, en Tbilisi; obra de los arquitectos Chakhava, Dzhalaganiya, Tkhilava y Klinberg. Se trata de un edificio a
medio camino entre el brutalismo y el constructivismo, influido por los
arquitectos revolucionarios rusos de la década de 1920 e inspirado por la
naturaleza en su estructura, que presenta una rejilla entrelazada. El objetivo
de Georgi Chakhava era diseñar el
edificio de forma que se asemejara a un árbol, ocupando el menor espacio
posible en el suelo, con los pisos abriéndose como ramas desde una raíz
central.
Chakhava definió su propuesta como un método de ciudad
espacial, en el cual propuso levantar el edificio del suelo y permitir que la
naturaleza fluyera debajo de él. Esta aproximación tenía su origen en los
dibujos que creó Lazar Khidekel en
la década de 1920 sobre la ciudad aeroespacial o ciudad futurista.
Estas construcciones expresan en cierta manera algún tipo de fenómeno
antropológico que estaba teniendo lugar durante aquel período.
En 1975 se inauguró el espectacular Crematorio
de Kiev, diseñado por el arquitecto Avraam
Miletsky en colaboración con la pareja de artistas Ada Rybachuk y Volodymyr
Melnychenko. Es considerado un hito del modernismo de la era soviética en
Ucrania.
Concebido por las autoridades de la ciudad en la década de 1960,
inicialmente enfrentó la oposición de aquellos para quienes la incineración
recordaba la masacre de Babyn Yar, en la que más de 100.000 personas fueron
asesinadas y sus cuerpos calcinados. En respuesta, los diseñadores, a
instancias de los artistas, produjeron una composición de estructuras curvas
derivadas geométricamente que recuerdan las obras expresionistas de Erich
Mendelsohn.
Sus dos salas simétricas, o "Salas de la despedida", como se
las conoce oficialmente, se reflejan entre sí con estructuras en forma de
cúpula, que parecen representan una llama. Los tres diseñadores esperaban que
la estructura tuviera un propósito terapéutico, ayudando a los feligreses del
funeral a afrontar la pérdida de sus seres queridos. Las formas plásticas de
los Salones de Despedida combinaron un complicado proceso técnico con un pensamiento
artístico de vanguardia, superando dialécticamente la oposición entre
tecnología y humanidades, típica de la década soviética de los años sesenta. El
conjunto parece sacado de un asentamiento en el lejano planeta Tatooine.
Ubicado en la colina Bajkova, en la parte trasera del histórico
cementerio de la ciudad, el crematorio forma parte del paisaje más amplio del
Parque de la Memoria de Rybachuk y Melnychenko. El parque también incluía
terrazas y un Muro del Recuerdo adornado con un bajorrelieve, pero que en los
años 80 fue cubierto con una capa de hormigón por orden del gobierno soviético.
En 1977 se construyó el Centro
Nacional de Arte y Cultura Georges-Pompidou, por los arquitectos Renzo Piano y Richard Rodgers. Esta
edificación cuenta con una altura de 42 metros y un área de 103.305 metros
cuadrados. Está ubicado en la ciudad de París, en el barrio Beaubourg del
distrito 4.
En el año 1970 se convocó en la ciudad de París el Concurso
Internacional de Arquitectura. Fueron seleccionados los arquitectos Renzo Piano y Richard Rodgers para la elaboración de este centro de acuerdo con
las especificaciones dadas por el entonces presidente Georges Pompidou. Esta obra en la actualidad, es de los mejores
ejemplos de la arquitectura high-tech
que existen a lo largo del mundo. Aunque en el momento en el que la obra fue
inaugurada fue criticada por miles de personas y por varios historicistas
conservadores.
Renzo Piano es conocido por su capacidad para combinar
experiencia técnica con un sentido supremo de la estética. Richard Rogers era famoso por su inclinación hacia el diseño
sostenible y de alta tecnología. Sus obras a menudo promueven la transparencia,
la flexibilidad y una gran consideración por el contexto urbano.
Esta edificación fue pensada como un gran contenedor vacío que fuera
moldeable según las necesidades que se tuvieran para cada evento que fuera a
realizarse. Está rodeada de una idiosincrásica envoltura compuesta de sistemas
técnicos. Entre los materiales que se utilizaron destacan el vidrio y las estructuras
metálicas que le dan soporte. A medida que nos acercamos podemos observar su
esqueleto descubierto y un código de colores para cada elemento. Es parte del
diálogo arquitectónico que anima a la interacción con los visitantes.
El Centro Pompidou es más que un edificio; representa un enfoque
claramente filosófico de la arquitectura, uno que defiende la innovación, se
atreve a cuestionar las normas y expande implacablemente los límites
arquitectónicos tradicionales.
En 1983, después de más de diez años de construcción, la Torre de Radio Eslovaca se convirtió
en uno de los elementos arquitectónicos más relevantes de Bratislava. Este
edificio formaba parte de un gran proyecto urbanístico denominado 'Eje
Transversal': un bulevar urbano de 90 metros de ancho que conectaría la
estación de tren con el centro de la ciudad. El Edificio de la Radio Eslovaca fue uno de los pocos edificios
construidos, ya que el plan urbano nunca se completó. La construcción de la
radio fue precedida por dos rondas de concursos en 1962 y 1963, después de las
cuales el inversor del proyecto descartó la idea ganadora argumentando altos
costos, para favorecer el diseño de Svetko,
Ďurkovič y Kissling, que quedó en tercer lugar.
La exploración formal del edificio revela una era de grandes
presupuestos, que permitieron alcanzar complejos desafíos estructurales. El
edificio está formado por dos pirámides invertidas; la pirámide interior
alberga todas las instalaciones y equipos de transmisión, mientras que la
estructura más grande comprende espacio para presentaciones musicales y
reuniones públicas. El edificio fue nombrado Monumento Nacional Eslovaco en
2018.
En 1985 se inaugura el Sanatorio
Druzhba, en Yalta, en la península de Crimea, diseñado por el arquitecto Igor Vasilevsky y el ingeniero Yuriy Stefanchuk. Fue un proyecto
conjunto entre Checoslovaquia y la Unión Soviética, iniciado en 1978. El nombre
"Druzhba", que significa "amistad", reconocía el esfuerzo
de la colaboración entre ambas naciones, a pesar de las tensiones políticas que
lo precedieron.
En la Unión Soviética, los sanatorios se concibieron como destinos de
vacaciones para los trabajadores financiados por el estado, vistos como
recompensa por su trabajo. Estas instalaciones a menudo presentaban diseños
arquitectónicos experimentales, y Druzhba no fue la excepción.
La construcción fue un desafío: se colocaron tres enormes pilares de
hormigón en la costa. Luego se colocaron sobre los tres pilares dos enormes
cilindros de hormigón con un diámetro de 76 metros. Tres casas circulares
adicionales se apoyan sobre el cilindro superior. Suspendida entre los pilares
hay una piscina de agua de mar. El diseño circular del sanatorio, inspirado en
patrones de ondas y temáticas de la era espacial, cuenta con balcones privados
y vistas espectaculares desde la mayoría de las habitaciones.
El entorno del lugar era extremadamente complejo: una falla, zona
sísmica de nivel 8, deslizamientos de tierra. Por tanto, era necesario elegir
el sistema más estable. Éste resultó ser un “taburete” con tres patas, donde
todos los soportes mantienen una carga uniforme. El aspecto global es delicioso: recuerda una majestuosa nave nodriza
posada sobre una ladera natural.
En 1985, los arquitectos Viktor
Dzhorbenadze y Vazha Orbeladze, construyeron el Palacio de Ceremonias de Tbilisi, Georgia.
Viktor Dzhorbenadze tuvo una educación especial en música y
lenguas extranjeras cuando era niño. En su círculo de amistades se incluía el
director de cine Serguéi Paradzhánov. Podemos intuir, y de hecho comprobar, que
el arte y su estética queda reflejado en sus obras.
El Palacio de ceremonias está
ubicado en una zona de arquitectura estéril. Este edificio se convirtió en la
primera característica principal de esa periferia. Es muy expresivo a
diferencia de los otros edificios de la época soviética.
Cabe señalar que, en contraste con la escena arquitectónica actual,
donde la búsqueda primaria se da mediante la creación de situaciones
compuestas, la característica de este edificio es la búsqueda de la armonía.
Puede que resulte extraño por su gran escala, pero su exterior no es insólito y
el interior está en completa armonía con el hombre.
El Palacio de Ceremonias está en algún lugar entre la escenificación y
la mitografía. La puesta en escena es la forma en que se distribuye el espacio
arquitectónico. Un arquitecto es un director de escena, ya que crea espacios
donde la gente de su época puede utilizar; crea un espacio donde se llevan a
cabo diversos rituales y eventos, ya sean religiosos, políticos, reuniones
sociales a pequeña o gran escala.
El tema principal son las paredes que crean espirales. Estas espirales
son lo más interesante de la puesta en escena. No importa cuánto tiempo que se mira
el plano, nunca podemos imaginar qué sorpresas deparan cuando recorremos estas geometrías.
Este edificio nos empuja a descifrar numerosos símbolos y transforman la
arquitectura en una experiencia. Es tan misterioso como un resto arqueológico
en un planeta remoto. De hecho, la primera impresión es la de estar frente a
una construcción sacada de alguna ópera espacial.
Entre 1978 y 1986 se construyó el Edificio
Lloyd’s, en la ciudad de Londres. Fue diseñado por el arquitecto Richard Rodgers y cuenta con una altura
de 76 metros. Es una obra considerada perteneciente al estilo high-tech.
Lloyd's of London es un mercado de seguros británico que, a
mediados de los años setenta decidieron cambiar de sede. Para ello convocaron
un concurso en el que uno de los requisitos era que el futuro edificio pudiera
sufrir ampliaciones y modificaciones sin que por ello afectara a la labor de la
compañía, pues no querían sufrir otro traslado traumático como el que estaban
viviendo. Por tanto, la victoria de Rogers y su
equipo no se debió tanto a una propuesta arquitectónica sino al desarrollo de
una estrategia de adecuación del espacio a las necesidades futuras de la
compañía.
Esto dio como resultado el diseño de un edificio que es percibido como
un conjunto de piezas en el que todos sus detalles estructurales están
expuestos. Así, las personas que lo vean incluso desde lejos pueden hacerse una
idea sobre cómo está construido y cimentado.
El Edificio Lloyd’s es uno de
los más futuristas que se han realizado en la ciudad de Londres, cuenta con una
cubierta de metal pulido y ascensores en la parte externa del mismo. El uso del
metal y de acero inoxidable hace que el edificio brille y que se vea en tonos
azulados por la noche. Sin duda, lo hace uno de los edificios más destacados de
todo el paisaje de la ciudad.
El arquitecto Richard Rodgers,
repitió varios conceptos que utilizó en la construcción del Centro Pompidou. Uno de ellos fue la
flexibilidad, ya que era necesario lograrla con el objetivo de conseguir una
obra atemporal. Esto fue indispensable para crear espacios en los que se
pudieran llevar a cabo todas las actividades de la bolsa de seguros. Puede que este aspecto sea el de las megacorporaciones futuras.
Terminamos este repaso con el Edificio
HSBC, en Hong-Kong, que alberga la sede de The Hongkong and Shanghai Banking Corporation. Fue diseñado por el
arquitecto de origen británico Norman
Foster, duró seis años y finalizó en 1985. Este edificio cuenta con 180
metros de alto y 47 pisos, más cuatro niveles destinados para el sótano del
mismo.
Para la construcción del edificio, fueron necesarias 30.000 toneladas de
acero y cerca de 4.500 toneladas de aluminio. Su aspecto modular nos hace
pensar que podría ser desmantelado y trasladado.
Este es uno de los pocos proyectos que no cuentan con elevadores que
conectan todos sus niveles. Algunos de estos elevadores, se detienen en algunas
plantas para dar lugar a escaleras mecánicas con las cuales se puede llegar sin
problema a los niveles posteriores.
La luz natural es una de las ventajas que tiene este edificio ya que es
la fuente principal de iluminación de la mayoría de las áreas que lo conforman.
Cuenta con un conjunto de espejos de gran tamaño situados en la parte superior
lo que permite reflejar la luz entrante hacia el interior de la plaza. Esta
característica permite que el edificio pueda ahorrar muchísima energía
eléctrica porque hay personas trabajando todo el día. El arquitecto recurrió al
feng shui como una de sus inspiraciones. En el diseño de este edificio se sigue
conservando el concepto de flexibilidad para poder modificar las oficinas según
las necesidades del momento.
Este proyecto fue planeado para terminar su construcción lo más rápido
posible, por eso se utilizaron muchos componentes prefabricados que se trajeron
desde varias partes del mundo. Por ejemplo, el aluminio y el vidrio, se fabricaron
en Estados Unidos mientras que el acero utilizado para la estructura llegó desde
Gran Bretaña.
En 2003 se implementó un sistema de iluminación espectacular para
promover el turismo. El Edificio HSBC es uno de los que participan en el
proyecto. Por la noche nos transporta de inmediato a cualquier largometraje
distópico.
Ha sido un resumen breve, donde nos hemos dejado algunas referencias
importantes. Espero que sirva igualmente para estimular vuestra curiosidad y
deseos de explorar. Algunos de esos proyectos son visitables, y puede que os
lleven a otros desconocidos. Estaría bien que nos hicierais saber de esos
momentos en nuestro blog o redes sociales. Siempre es un placer sentir que
estáis ahí y que compartimos el mismo compromiso por el arte.